martes, 28 de mayo de 2019

ELIMINAR LA AUTOCOMPACION PARTE 1



Esta emoción es tan desagradable que nadie que esté en sus cabales quiere admitir padecerla. Aun cuando estamos sobrios, muchos de nosotros hacemos cuanto está a nuestro alcance para ocultarnos a nosotros mismos el hecho de que estamos atrapados en una telaraña de autocompasión. No nos gusta que se nos diga que sale a flote esta emoción, y rápidamente tratamos de argumentar que estamos experimentando una emoción distinta a esa tremenda sensación de "pobre de mí". O podemos también, en un segundo, encontrar una docena de razones perfectamente legítimas para sentirnos algo tristes por nosotros mismos. 

Mucho tiempo después de habernos desintoxicado pende sobre nosotros el sentimiento tan conocido del sufrimiento. La autocompasión es una arena movediza. El hundirnos en ella requiere mucho menos esfuerzo que la esperanza, la fe, o el simple movimiento. 

Los alcohólicos no tenemos este monopolio. Cualquier persona que pueda recordar un dolor o enfermedad durante la niñez puede probablemente recordar también el alivio de lamentarnos por lo mal que nos sentíamos, y la casi perversa satisfacción de rechazar toda clase de consuelo. Casi todos los seres humanos, pueden simpatizar profundamente con el clamor infantil de "¡Déjenme solo!". 

Una de las formas que toma la autocompasión en nosotros cuando dejamos de beber es: "¡Pobre de mí! ¿Por qué no puedo yo beber como todos los demás? ¿Por qué me tuvo que haber sucedido esto a mí? ¿Por qué tengo yo que ser un alcohólico? ¿Por qué yo?. 

Ese pensamiento es el gran tiquete de entrada a un bar, pero no es más. El llorar sobre una pregunta sin respuesta es como lamentarnos por haber nacido en esta era, y no en otra, o en este planeta, en vez de haber nacido en una remota galaxia. 

Por supuesto, descubrimos que no se trata únicamente del "mí", cuando empezamos a encontrar alcohólicos recuperados en todo el mundo. 

Posteriormente, nos damos cuenta de que hemos empezado a vivir en paz con esa pregunta. Cuando llegamos realmente a acertar en una recuperación agradable, o bien encontramos la respuesta o simplemente perdemos interés en la investigación. Usted reconocerá este evento cuando le suceda. Muchos de nosotros creemos haber encontrado las razones poderosas que nos llevaron al alcoholismo. Pero aun en el caso contrario, continúa la necesidad mucho más importante de aceptar el hecho de que no podemos beber, y actuar en consecuencia. No es realmente una acción muy efectiva la de sentarnos en nuestra propia laguna de lagrimas. 

Algunas personas muestran un celo especial para rociar sal sobre sus propias heridas. A menudo sobrevive en nosotros una feroz eficiencia en ese juego inútil que proviene de nuestros días de 
bebedores.

(LIBRO VIVIENDO SOBRIO)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario